¿Qué causa el dolor pélvico crónico y cómo se trata?

¿Qué causa el dolor pélvico crónico y cómo se trata?
Fuente de la foto: Getty images

El dolor propio del suelo pélvico provoca dificultad para orinar o mantener relaciones sexuales. Está causado por diversos contextos de trastornos en esta zona, que se incluyen como síndrome de dolor pélvico crónico.

El síndrome de dolor pélvico crónico hace referencia a una serie de síntomas relacionados con la zona de la próstata, es decir, sus estructuras y órganos circundantes o la propia próstata.

Estos problemas se han denominado síndrome de dolor pélvico crónico.

Si alguien pregunta qué es entonces el síndrome prostático, la respuesta es: es exactamente lo mismo, igual que la prostatitis crónica o la pancreatitis crónica.

Nombres atrás, veamos la esencia.

Anatómicamente, según la ubicación de la glándula prostática en el cuerpo humano, su conexión directa con la parte inferior de la vejiga. Otras zonas de contacto son la parte anterior del recto y el suelo pélvico.

Aquí es donde comienza la relación directa con el dolor pélvico crónico.

En los hombres, el suelo pélvico tiene una doble función. Sirve de soporte para el mecanismo de cierre del recto y la uretra, y también contribuye a una postura correcta.

Fisiopatología del dolor pélvico crónico

De la primera función del suelo pélvico se desprenden hechos claros. Durante el vaciado de la orina de la vejiga o de las heces del recto, esta zona debe relajarse, es decir, distenderse.

Incluso durante el coito, su función es de contracción y relajación.

La segunda función principal del suelo pélvico es su implicación en la propia postura. Sostiene el tronco, la pelvis y los músculos del sistema de estabilización interno, el llamado core.

Los hombres tienen más probabilidades de que aumente la actividad en esta zona del cuerpo que de que disminuya, simplemente debido a los problemas de micción.

En concreto, los relacionados con la micción:

  • Flujo lento
  • uso de los músculos abdominales durante la micción
  • micción frecuente
  • presencia de orina residual después de orinar
  • problemas con la defecación
  • incapacidad para lograr una erección

Todo esto surge sobre la base de determinados factores de riesgo.

Está directamente relacionado con la retención constante y frecuente de orina. Especialmente en personas que no tienen la oportunidad en el trabajo de salir a hacer una pequeña necesidad cuando lo necesitan.

No orinan cuando deben, sino cuando tienen tiempo.

Retienen la orina contrayendo los músculos del suelo pélvico. Cuando orinan, suele ser en un chorro débil. Entonces intentan acelerar el proceso utilizando los músculos abdominales, lo que aumenta el tono, o la tensión, en la zona del suelo pélvico.

Lea más en este artículo:
Más información sobre la causa del dolor pélvico crónico.
Clasificación de la prostatitis.
Tratamiento de la prostatitis.

Si se fuerza la micción, por así decirlo, contra unos músculos del suelo pélvico tensos, aumenta el riesgo de desarrollar un trastorno de coordinación, asociado a otras dificultades.

Se trata de un trastorno en el que la micción es débil y como si se produjera a través de una obstrucción. La obstrucción afecta a las vías urinarias conectadas con la parte inferior de la vejiga.

Se asocia a retención urinaria, es decir, incapacidad para orinar y, por tanto, retención de orina en la vejiga.

Se produce isquuria paradójica, es decir, pérdidas de orina provocadas por la retención de orina cuando la vejiga está llena. Con el tiempo, se añaden otras complicaciones no deseadas: inflamación, sangre en la orina o disminución de la función renal.

El trastorno se origina principalmente en el aparato vesical y luego progresa hacia el recto y los genitales.

Causa y definición del síndrome de dolor pélvico

La causa no está del todo clara.

La inervación de los músculos del suelo pélvico y de la zona genital se origina en el mismo segmento de la médula espinal. Sin embargo, en caso de dolor en esta zona, no se puede determinar con precisión el lado del que se origina el dolor. Los músculos del suelo pélvico no tienen tanta lateralización como, por ejemplo, los músculos de las piernas o la espalda.

Esto provoca más molestias y crea un círculo cerrado de causa y efecto.

Los órganos pélvicos como la vejiga, la uretra, el recto y los genitales están inervados por la misma red de nervios, por lo que el dolor pélvico conecta con las mismas vías nerviosas. A menudo, estos síntomas parecen problemas de próstata, aunque su origen puede estar en otra parte.

El síndrome de dolor pélvico tiene dos definiciones.

La Sociedad Internacional de Continencia (ICS) lo denomina episodios persistentes de dolor pélvico asociados a síntomas que sugieren una función inadecuada del tracto urinario inferior y problemas intestinales o sexuales.

Esta definición se basa en otra publicada por la Asociación Internacional para el Estudio del Dolor (IASP).

Ésta establece que el dolor pélvico crónico es el dolor no maligno que se siente en las estructuras asociadas a la pelvis. El dolor que progresa a la cronicidad debe durar o repetirse durante al menos seis meses y debe estar asociado a consecuencias psicológicas y sociales negativas.

La especificidad del cuadro del afectado depende de la posibilidad de confirmación fiable de un trastorno específico, que debe corresponder a:

  • sistémico - somático, visceral (que afecte a órganos internos), trastorno neuropático
  • órgano - músculo, vejiga
  • una enfermedad específica - cistitis (inflamación de la vejiga), endometriosis, fisura, etc.

Los enfermos acuden al ambulatorio del urólogo con diversas manifestaciones inespecíficas.

Dolor en el bajo vientre, el perineo, los testículos, dolor inguinal, irradiado a la región lumbar y sacra o al pene. A menudo en el cuadro clínico hay micción dolorosa (profesionalmente estranguria), micción frecuente, dolor durante la defecación o presión en el recto.

Pueden añadirse disfunciones sexuales (disminución de la libido, disfunción eréctil).

Estos trastornos suelen responder a estímulos ambientales externos e internos (cambios de temperatura, ciclismo, sedentarismo prolongado, relaciones sexuales, alcohol). También son frecuentes las influencias psicológicas.

El impacto y la duración de estos problemas modifican la calidad de vida de los pacientes.

Lea también: Infección por clamidia: ¿por qué se produce y cómo se manifiesta en hombres o mujeres?

La prostatitis y su clasificación

Si analizamos el síndrome de dolor pélvico crónico desde el punto de vista de la población masculina, el motivo más común es simplemente la prostatitis, es decir, la inflamación de la glándula prostática.

En términos de incidencia, está casi al nivel de la diabetes mellitus, es decir, la diabetes.

Interesante artículo sobre la diabetes y sus complicaciones.

El diagnóstico de prostatitis propiamente dicho incluye un grupo de enfermedades inflamatorias de la próstata. Se denomina síndrome prostático y su versión crónica dolor pélvico crónico.

La prevalencia de la prostatitis en la población alcanza el 11%.

Puede definirse como una enfermedad febril asociada a micción difícil y dolorosa, dolor en la parte inferior del abdomen y el perineo. Puede aparecer de forma repentina, a menudo asociada a síntomas obstructivos en el tracto urinario inferior y retención urinaria, es decir, retención de orina debido a la imposibilidad de orinar.

Suele deberse a dolor o a la obstrucción mencionada.

Se clasifica como infección urológica.

Según la clasificación del Instituto Nacional de Salud (NIH), se divide en cuatro grupos.

La siguiente tabla muestra la clasificación de la prostatitis según el NIH

Grupo Tipo de prostatitis
I Bacteriana aguda
II Bacteriana crónica
III Crónico, es decir, dolor pélvico crónico, dividido en los subgrupos IIIA inflamatorio y IIIB no inflamatorio.
IV Asintomática

Prostatitis aguda

La prostatitis aguda suele estar causada por diversas bacterias. En pacientes con inmunidad reducida inducida por fármacos o por otros motivos, las micobacterias o los hongos también son los agentes causantes.

Estas infecciones suelen aparecer de forma ascendente tras una obstrucción de la uretra o en sentido contrario tras una infección urinaria.

También es frecuente tras la inserción prolongada de una sonda urinaria permanente.

El cuadro clínico es de fiebre y dolor abdominal. El paciente no puede orinar correctamente debido a un dolor restrictivo que se lo impide.

Esto provoca retención urinaria y otras dificultades asociadas.

Si se desarrolla completamente, puede producirse sepsis, en cuyo caso es necesaria la hospitalización y un tratamiento complejo.

En el examen por vía rectal, la inflamación y la sensibilidad de la próstata son evidentes. En algunos casos, este examen es difícil de realizar debido al fuerte dolor en la zona rectal. La palpación se acompaña de dolor abdominal bajo.

En el tratamiento se utilizan antibióticos, que duran de 4 a 6 semanas.

Prostatitis bacteriana crónica

Dado que se trata de una enfermedad crónica, las molestias deben durar más tiempo.

En este caso, las manifestaciones duran más de tres meses en los últimos seis. Un gran grupo de estos pacientes presenta inflamación recurrente de las vías urinarias.

Las bacterias causantes son las mismas que en la forma aguda (E. coli, enterococos y otras).

A menudo se producen recaídas agudas tras una mejoría previa de la enfermedad. Dependiendo de la fase en la que se encuentre la enfermedad, el cuadro clínico puede cambiar, pudiendo parecerse tanto a la forma aguda como al estado normal.

Es importante volver a examinar al paciente para determinar la causa subyacente.

El tratamiento suele ser antibiótico durante dos semanas, seguido de otras 4 a 6 semanas tras la reducción de la medicación.

Prostatitis crónica no bacteriana

Se trata exactamente del síndrome de dolor pélvico crónico del que hablamos al principio de este artículo.

Implica dolor pélvico, molestias y disfunción sexual. Su duración, es de al menos 3 meses de los últimos seis, ya que es crónica.

Existen dos categorías, la III A es inflamatoria y la III B es no inflamatoria.

Los síntomas incluyen molestias y dolor en la zona pélvica. A menudo el dolor se localiza en el perineo y los testículos o el pene.

Se asocia disfunción sexual. En muchos casos los síntomas son similares a los de la inflamación del tracto urinario inferior.

Al tratarse de un problema de larga duración que los pacientes tienen que resistir, suele dejar huella en su estado psicológico, que se manifiesta por cambios en el estado de ánimo y el comportamiento.

A la hora de hacer un diagnóstico, primero hay que descartar otras enfermedades. Por ejemplo, inflamación de las vías urinarias, trastornos neurológicos, anomalías anatómicas u otras. Igualmente importante es el examen de los llamados puntos gatillo en la pelvis menor.

Se trata de lugares en las vainas musculares donde, por diversos motivos, ha surgido la incapacidad de contraer y relajar el músculo.

En primer plano se encuentra el examen urológico clásico del abdomen, los órganos genitales externos y el examen per rectum, es decir, a través del recto.

El tacto rectal no sólo sirve para examinar la próstata, sino también para determinar el tono y la contractilidad, es decir, la capacidad de retracción del esfínter rectal.

El examen urodinámico se realiza en pacientes que tienen problemas para orinar. Sirve para evaluar el estado funcional de la vejiga y la uretra, y mide la presión en esta zona durante la micción.

En cuanto a los exámenes de laboratorio, el principal parámetro es el cultivo y el examen microscópico de la orina. Además, se toman muestras de secreciones de la próstata o del eyaculado.

Como método de exploración por imagen se utiliza la ecografía, especialmente necesaria en pacientes con problemas de micción o trastornos de la eyaculación, sobre todo si no responden al tratamiento.

La cistoscopia se utiliza como método excretor para detectar obstrucciones en las vías urinarias.

El tratamiento del síndrome de dolor pélvico crónico se ve afectado actualmente por la falta de conocimientos sobre esta enfermedad.

Es a largo plazo y no siempre consigue aliviar por completo el problema de la paciente, por lo que el objetivo es aliviar los síntomas sin más complicaciones.

Las recomendaciones generales incluyen:

  • limitar la dieta a alimentos irritantes como el pimentón y la pimienta
  • evitar el alcohol fuerte
  • evitar permanecer mucho tiempo sentado o en bicicleta
  • es importante el ejercicio físico regular
  • mantener una evacuación intestinal regular y tratar los trastornos intestinales

La farmacoterapia y la elección de la medicación deben adaptarse a las dificultades del paciente.

Los antibióticos se utilizan si ya existe cierta inflamación, así como los fármacos que afectan al tracto urinario inferior. También son importantes los analgésicos, que se utilizan para aliviar el dolor, y los antiflogísticos, que tienen un efecto antiinflamatorio.

El tratamiento físico se basa en el masaje regular de la próstata, de dos a tres veces por semana durante 4 a 6 semanas.

El masaje regular de la próstata tiene un efecto positivo en hasta dos tercios de los pacientes que utilizan este método de tratamiento.

Prostatitis asintomática

En este diagnóstico, el paciente no presenta síntomas y el tratamiento no está indicado.

Por último, cabe añadir que se trata de un grupo de enfermedades con síntomas diferentes. El grupo III, es decir, la prostatitis crónica no bacteriana o el síndrome de dolor pélvico crónico, es el más problemático.

Este diagnóstico se basa principalmente en la identificación de otras causas del problema. Según el examen, debe excluirse la hiperplasia prostática (agrandamiento de la próstata). Además, deben excluirse otras enfermedades inflamatorias, una fuente de dolor de otra zona que se transmita a la pelvis, causas de obstrucción en las vías urinarias, causas neurogénicas o psicógenas.

Lea también el artículo sobre la inflamación de las vías urinarias en las mujeres

fcompartir en Facebook

Recursos interesantes

El objetivo del portal y del contenido no es sustituir a los profesionales examen. El contenido es para fines informativos y no vinculantes sólo, no consultivo. En caso de problemas de salud, recomendamos buscar Ayuda profesional, visitando o contactando a un médico o farmacéutico.