Síndrome de fatiga crónica: cuáles son sus causas y síntomas + Diagnóstico

Síndrome de fatiga crónica: cuáles son sus causas y síntomas + Diagnóstico
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El síndrome de fatiga crónica, también conocido como encefalomielitis miálgica, es una enfermedad multisistémica compleja.

Características

Los pacientes con este diagnóstico padecen fatiga intensa, lentitud y alteración del pensamiento, problemas de sueño y desregulación hormonal. También presentan náuseas tras el esfuerzo, lo que puede mermar gravemente la capacidad del paciente para realizar actividades de la vida diaria.

El diagnóstico precoz y el tratamiento temprano son cruciales para prevenir la alta incidencia de esta enfermedad y su impacto negativo en la calidad de vida.

El síndrome de fatiga crónica, también llamado encefalomielitis miálgica, es una enfermedad multisistémica compleja que, además del sistema nervioso, afecta al sistema hormonal, la inmunidad y la psique, entre otros.

La prevalencia de la enfermedad es significativamente mayor en el grupo de edad de 40 a 70 años, pero también pueden enfermar niños, adolescentes o adultos jóvenes de 20 años.

Curiosamente, las enfermeras suelen verse afectadas.

Se diagnostica con más frecuencia en la población blanca. Los estudios también han demostrado que es más frecuente en el grupo de renta baja que en el de renta alta y estudios superiores, lo que apunta al importante papel de los factores de riesgo sociales, como el estrés.

La enfermedad es progresiva, lo que significa que sus síntomas empeoran si no se diagnostica o no se trata adecuadamente durante años.

El síndrome se da incluso en animales y es mortal en un 50%. En humanos es muy poco frecuente.

Causas

Las causas del síndrome de fatiga crónica son un tema controvertido entre los expertos, ya que el síndrome es muy complicado y aún no se comprende del todo.

Actualmente, se considera que las razones más importantes de la aparición de la enfermedad son la infección por determinadas enfermedades infecciosas, la desregulación del sistema inmunitario y los trastornos genéticos.

Genética

Una prueba de la implicación de la genética es el hecho de que la enfermedad aparece muy a menudo en pacientes con antecedentes familiares del síndrome. Si se ha manifestado en uno de los progenitores, existe un alto riesgo de que un hijo o un hermano también la padezcan.

También hay mutaciones genéticas específicas que se sabe que están presentes en el genoma de los pacientes con la enfermedad.

Infección

Se cree que varias enfermedades infecciosas son el desencadenante de la enfermedad.

Entre las causas conocidas se encuentran la infección por el virus de Epstein-Barr (VEB), el herpesvirus humano (HHV)-6 y el parvovirus humano B19.

La exposición a enfermedades como la mononucleosis infecciosa, el herpes frecuente, la viremia por B19 o la llamada quinta enfermedad infantil puede desencadenar la aparición del síndrome de fatiga crónica.

Cambios en el sistema inmunitario

Se trata principalmente de cambios en los niveles de linfocitos B.

Además, se ha observado un aumento de los niveles de inmunoglobulinas IgG (anticuerpos producidos por los linfocitos B).

Algunos pacientes también presentan autoanticuerpos específicos, que son anticuerpos dirigidos contra sus propios tejidos.

Se trata de anticuerpos contra las estructuras nucleares y de membrana de las células y anticuerpos contra los receptores de neurotransmisores, sustancias químicas responsables de la transmisión de información en el sistema nervioso.

Estos cambios provocan inflamación crónica en el organismo, activación del estrés oxidativo en el cuerpo, cambios en la función neuroendocrina y ataque autoinmune contra las neuronas.

En concreto, se trata de anticuerpos antinucleares (ANA), anticuerpos antidsDNA y anticuerpos contra las células neuronales y endoteliales.

Aumento del estrés oxidativo

Los pacientes con síndrome de fatiga crónica presentan un aumento significativo del estrés oxidativo, que desempeña un papel importante en la reagudización de la enfermedad.

Hay un aumento de los biomarcadores del estrés oxidativo, como el colesterol LDL oxidado ("colesterol malo") y algunas prostaglandinas. Al mismo tiempo, hay una disminución de los antioxidantes positivos, como el glutatión natural.

El daño oxidativo convierte los ácidos grasos y las proteínas en dianas de procesos autoinmunes.

Los radicales libres producidos por las reacciones químicas del cuerpo humano dañan la cadena de transporte de sustancias importantes, así como la producción de energía. Por último, provocan daños en las mitocondrias, que son importantes orgánulos a través de los cuales respira la célula.

Cambios en la transmisión de serotonina

Se cree que la fatiga, que es un síntoma clave en los pacientes con este síndrome de fatiga crónica, está causada por niveles excesivos de serotonina y sus metabolitos en el sistema nervioso central.

El exceso de serotonina provoca un deterioro en la generación del potencial de acción (el inicio de las respuestas neuronales) y, por tanto, una reducción de la actividad motora.

Hipocortisolismo

El cortisol (hidrocortisona) es una hormona esteroidea. Se produce de forma natural en el cuerpo humano, concretamente en las glándulas suprarrenales. La secreción de la hormona de las glándulas suprarrenales está regulada por el eje hipotálamo-hipofisario.

Su función principal es aumentar el estado de alerta general del organismo y su preparación para situaciones de tensión, como el estrés o las infecciones.

En los pacientes con síndrome de fatiga crónica, el eje hipotalámico-hipofisario está alterado y, por tanto, los niveles circulantes de cortisol son demasiado bajos.

El bajo nivel de esta hormona es la causa de una de las principales manifestaciones del síndrome de fatiga crónica, a saber, las náuseas tras el esfuerzo físico.

Síntomas

El síntoma característico es la fatiga tras el esfuerzo, asociada a muchos problemas neurológicos, cardiovasculares, respiratorios y gastrointestinales.

La fatiga descrita por los pacientes se ve exacerbada por el esfuerzo físico y la postura erguida o rígida, por ejemplo, cuando se está sentado mucho tiempo en el trabajo frente al ordenador.

La fatiga no se alivia con el reposo y no se encuentra ninguna otra razón médica para ello, es decir, otras enfermedades acompañadas de fatiga (enfermedades infecciosas, inflamación, cáncer, etc.).

Los pacientes suelen referir que se encontraban en muy buenas condiciones antes de la aparición de la fatiga y describen un inicio repentino de la misma, generalmente asociado a una enfermedad similar a la gripe.

La actividad física regular va seguida de náuseas y fatiga con un largo periodo de recuperación, que suele durar más de un día.

También son frecuentes los dolores de cabeza crónicos de nueva aparición con diversas fluctuaciones irregulares. Los dolores musculares son más frecuentes en los pacientes pediátricos y también pueden ser un síntoma de una enfermedad asociada, la fibromialgia.

El dolor articular se debe a una enfermedad autoinmune asociada, la artritis reumatoide.

El sueño se ve perturbado por despertares frecuentes y no es reparador, por lo que los pacientes experimentan hipersomnolencia diurna, es decir, necesidad de dormir la siesta durante el día, especialmente por la tarde, e insomnio nocturno.

La lentitud de pensamiento, el deterioro del procesamiento mental, la escasa capacidad para aprender cosas nuevas, el deterioro del procesamiento de información nueva, el deterioro de la memoria, la disminución de la capacidad de atención y la incapacidad para realizar varias tareas a la vez son síntomas por los que la mayoría de estos pacientes ven reducida su capacidad de trabajo.

Además, estos pacientes también pueden experimentar síntomas vegetativos, como náuseas, vómitos, sudores nocturnos, mareos e intolerancia al alcohol y otras drogas.

También son frecuentes los cambios psiquiátricos, como síntomas de ansiedad incontrolada, ataques de pánico y deterioro del funcionamiento social.

Diagnósticos

El síndrome de fatiga crónica se diagnostica por exclusión, es decir, sobre la base de un examen clínico y tras excluir otras posibles enfermedades.

Al principio, cuando se pensaba que la causa de la enfermedad eran principalmente los virus, el Centro de Control y Prevención de Enfermedades de EE.UU. elaboró en 1988 unos criterios de diagnóstico centrados en los síntomas físicos.

Más tarde, en 1991, se desarrollaron los Criterios de Oxford, que definían el diagnóstico del síndrome de fatiga crónica como una enfermedad en la que están presentes síntomas de moderados a graves de fatiga, mialgia y agotamiento.

Los criterios de Oxford consideraban que la fatiga era el síntoma principal, debía tener un inicio definido, ser de grave a debilitante y afectar a la salud mental y física.

Estos síntomas deben estar presentes durante al menos seis meses y deben interferir en la vida del paciente más del cincuenta por ciento del tiempo.

También deben estar presentes otros síntomas como mialgia (dolor muscular), alteraciones del estado de ánimo y trastornos del sueño.

Los criterios excluyen a las personas con una afección médica que se sabe que causa fatiga. También excluyen a las personas con un trastorno mental conocido, como esquizofrenia, manía, depresión, trastornos alimentarios, abuso de sustancias o una patología cerebral orgánica conocida, como un tumor.

En 2015, el Instituto de Medicina (IOM) propuso nuevos criterios para diagnosticar el síndrome de fatiga crónica.

Criterios de diagnóstico del IOM de 2015

El diagnóstico requiere la presencia de los tres síntomas siguientes durante más de seis meses. Además, la intensidad de los síntomas debe ser moderada o grave en al menos el 50% de los ataques de fatiga.

Los tres síntomas principales son

  • Fatiga - caracterizada por una reducción o deterioro significativo de la capacidad del paciente para realizar actividades de las que disfrutaba antes del inicio de la enfermedad, y que dura más de seis meses.
  • Malestar postesfuerzo: los pacientes experimentan un empeoramiento de los síntomas y de la función corporal tras exponerse a factores estresantes físicos o psicológicos que antes toleraban bien.
  • Sueño no reparador - los pacientes sienten que siguen cansados después de una noche de sueño.

Un diagnóstico adecuado requiere los tres síntomas enumerados anteriormente, más uno de los otros síntomas enumerados a continuación:

  • Deterioro cognitivo: problemas con el pensamiento, la memoria o el rendimiento mental, que se agravan con la tensión mental, el esfuerzo físico, el estrés o la presión del tiempo.
  • Intolerancia ortostática: empeoramiento de los síntomas al adoptar y mantener una posición erguida. Los síntomas no mejoran tumbándose o levantando los pies.

El proceso diagnóstico debe comenzar con una anamnesis y una exploración física, y los médicos deben utilizar un cuestionario clínico validado, como el Cuestionario de Síntomas de DePaul.

No existen pruebas diagnósticas de laboratorio ni biomarcadores para confirmar el diagnóstico.

Las pruebas de laboratorio se utilizan para descartar otras enfermedades e incluyen análisis de orina, hemograma completo con diferencial, bioquímica sanguínea, pruebas de función tiroidea, niveles de enzimas musculares como la creatina quinasa y niveles de proteína C reactiva (PCR).

Además de éstas, también se recomiendan las pruebas de sensibilidad al gluten, los anticuerpos de inmunoglobulina A endomisio, el cribado de drogas en orina y la detección de anticuerpos reumatológicos.

Otras pruebas apropiadas son:

  • control de la tensión arterial, pulso, ECG
  • examen hematológico (velocidad de eritrosedimentación, hemograma, recuento total de leucocitos y presupuesto diferencial)
  • exámenes microbiológicos como hisopos de mucosa nasal y nasofaríngea, heces, orina, análisis de parásitos
  • investigaciones serológicas (se controlan los anticuerpos contra el VEB, el CMV, el parásito toxoplasma, la Borrelia, la clamidia, el micoplasma y los virus de la hepatitis VHA, VHB y VHC y el VIH)
  • pruebas inmunológicas
  • pruebas cutáneas de alergia
  • pruebas espirométricas de la función pulmonar
  • examen neurológico general, incluidos EMG y EEG
  • sesiones psiquiátricas y psicológicas

Curso

El síndrome de fatiga crónica no es una enfermedad en el sentido estricto de la palabra, sino un conjunto de síntomas y problemas que aún no tienen una causa precisa.

El inicio de la enfermedad puede ser repentino, tras una infección, tras una situación vital difícil, tras estrés psicológico... Algunos pacientes incluso refieren un inicio gradual y sigiloso y no recuerdan el estímulo inicial de su fatiga.

Por desgracia, la enfermedad no dura una semana, sino varios meses. Para diagnosticar el síndrome de fatiga crónica, los síntomas deben durar al menos medio año.

Muchos pacientes no pueden librarse de la fatiga durante varios años y ésta les acompaña toda la vida.

Cómo se trata: Síndrome de fatiga crónica

¿Quién trata el síndrome de fatiga crónica y cómo?

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