Tratamiento de la sífilis: antibióticos y otros fármacos en primer lugar

La base del tratamiento son los antibióticos, ya que la sífilis es una enfermedad infecciosa de transmisión sexual bacteriana. Lo más frecuente es utilizar penicilina, a la que la bacteria no ha desarrollado resistencia.

Los antibióticos para la sífilis se inyectan directamente en el músculo. También pueden administrarse durante la última tercera etapa, pero lo ideal es empezar cuanto antes. En la primera y segunda etapas, los antibióticos se administran durante 2 semanas, en la tercera durante 3 semanas o incluso un mes.

Si el paciente es alérgico a la penicilina, una alternativa es la eritromicina o la tetraciclina administradas durante 30 días. Si hay fiebre o problemas cardiacos, también puede estar indicado el tratamiento con corticosteroides. Como alternativa, también se utiliza pendepona durante 3 semanas.

El tratamiento debe administrarse no sólo a la persona afectada, sino también a las personas de su entorno con las que haya estado en contacto, ya que existe el riesgo de que la sífilis se siga propagando.

En los casos más graves, sobre todo cuando hay varios órganos afectados, el tratamiento antibiótico se administra junto con la hospitalización del paciente. En este caso, se trata de internar al paciente en una sala de enfermedades infecciosas siguiendo todas las medidas del régimen.

No todos los casos de sífilis se tratan con hospitalización. Si el médico lo decide, basta con un tratamiento ambulatorio, es decir, la administración de antibióticos en el ambulatorio y la observación del estado del paciente.

Incluso después de administrar los antibióticos, se realizan análisis de sangre de seguimiento: en el primer semestre, cada dos meses; en el segundo semestre, normalmente cada tres meses.

También se controla el estado de otros órganos.

Si al cabo de dos años la comprobación de la presencia de la bacteria resulta negativa, se puede proceder a la verificación del sobretratamiento mediante radiografía de pulmón, radiografía de corazón, ecocardiografía de la aorta y exámenes neurológicos, psiquiátricos y del líquido cefalorraquídeo.

Si se confirma la ausencia de la enfermedad, la persona se retira del registro de pacientes y el tratamiento ha tenido éxito.

Sin embargo, si no se trata, la muerte es inminente, por fallo multiorgánico.

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