¿Qué es la psicosis maníaco-depresiva o también trastorno afectivo bipolar?

¿Qué es la psicosis maníaco-depresiva o también trastorno afectivo bipolar?
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El trastorno afectivo bipolar es un trastorno crónico recurrente caracterizado por fluctuaciones en el estado de ánimo y la energía del paciente.

Características

En la Edad Media, las personas con trastornos mentales eran cruelmente apartadas de la sociedad. Se las encarcelaba de forma rutinaria. No como castigo, sino porque la gente les tenía miedo, pensaba que estaban poseídas por demonios y brujas. Querían protegerse encarcelándolas.

Más tarde, los enfermos mentales fueron enviados a conventos donde eran atendidos por monjas. Más tarde, también fueron enviados a manicomios, que cada vez se parecían más a hospitales.

La psiquiatría como disciplina médica empezó a tomar forma a finales del siglo XVIII. Entre los primeros psiquiatras se encontraban P. Pinel y J. E. D. Esquirol.

En el siglo XIX se empezaron a clasificar y categorizar los distintos tipos de trastornos. E. Kraepelin acuñó por primera vez los términos "demencia precoz" y "locura maníaco-depresiva".

La demencia praecox fue rebautizada posteriormente como esquizofrenia por E. Bleuler. La locura maníaco-depresiva se convirtió primero en ciclofrenia, luego en psicosis maníaco-depresiva, que cambió al nombre actual de trastorno afectivo bipolar.

El trastorno afectivo bipolar es una enfermedad mental grave caracterizada por la percepción borrosa del paciente de sí mismo y de su entorno.

Está causada por cambios crónicos del estado de ánimo (labilidad afectiva) y alterna periodos de manía, periodos de hipomanía y periodos de depresión.

La enfermedad afecta a más del 1% de la población mundial, independientemente de su nacionalidad, etnia o estatus socioeconómico.

El trastorno bipolar es una de las principales causas de discapacidad entre los jóvenes.

Los cambios de humor son habituales en la vida, por ejemplo ante acontecimientos estresantes. Si los cambios de humor son prominentes, persistentes y van acompañados de episodios de ansiedad, pueden ser la base de un trastorno afectivo.

Los trastornos afectivos pueden ser unipolares, en los que sólo está presente un "extremo del estado de ánimo", es decir, la depresión. El otro tipo es el trastorno bipolar, en el que el estado de ánimo oscila entre la depresión y la manía.

Los pacientes afectados se caracterizan por una alta incidencia de enfermedades psiquiátricas y físicas coexistentes, lo que perjudica la experiencia global de la enfermedad y la participación del paciente en la vida social normal.

Esta es una de las razones por las que la enfermedad provoca un aumento de la mortalidad entre los jóvenes, especialmente la muerte por suicidio.

El diagnóstico preciso del trastorno bipolar es difícil en la práctica clínica, ya que la mayoría de las veces comienza como un episodio depresivo que se parece mucho a la depresión unipolar (depresión sin manía).

Además, actualmente no se conocen biomarcadores que permitan detectar este trastorno en el laboratorio, por lo que la evaluación clínica por parte de un psiquiatra desempeña un papel fundamental en el diagnóstico.

Causas

Como cualquier otra enfermedad, ya sea psicológica o física, tiene sus causas. En el caso de las enfermedades maníaco-depresivas, estas causas suelen ser factores genéticos y ambientales.

De hecho, los trastornos maníaco-depresivos presentan dos polos opuestos. Uno es la depresión infeliz y ansiosa, el otro la manía espectacular.

Precisamente estas enfermedades, con una amplia gama de manifestaciones, pueden estar fuertemente influenciadas por factores genéticos y ambientales.

Factores ambientales

Son los factores ambientales los que pueden tener una mayor influencia en la formación de la personalidad de quien padece trastornos maníaco-depresivos.

El término "influencia ambiental" se refiere en particular al consumo de sustancias alcohólicas o psicotrópicas. Las drogas y el alcohol son responsables de la consiguiente desestabilización de la psique del paciente.

Dicha desestabilización contribuye significativamente a la aparición de una enfermedad a la que el individuo puede estar genéticamente predispuesto.

Los factores ambientales externos incluyen sin duda las llamadas influencias psicopatológicas.

Se trata de acontecimientos asociados a la disfunción familiar, una infancia inarmónica y la educación asociada, el estrés psicológico, la experiencia de opresión a largo plazo, la agresión o el acoso.

Las enfermedades somáticas crónicas y la mala salud, especialmente asociadas con el dolor y el miedo a la vida, también pueden tener un impacto significativo en el desarrollo de las psicosis.

Los trastornos bipolares se manifiestan en las personas sobre todo en los primeros años de la edad adulta o en la adolescencia como consecuencia de posibles influencias ambientales experimentadas especialmente durante la infancia.

Muchos pacientes presentan una manifestación más temprana de trastornos maníaco-depresivos relacionados con abusos sexuales en la infancia.

El curso de la enfermedad empeora y hay una mayor propensión a los intentos de suicidio o a las ideas suicidas.

Hay una peor respuesta al tratamiento farmacológico en la edad adulta.

Otro desencadenante ambiental de la psicosis maníaco-depresiva es el estrés psicológico.

El estrés es la respuesta del organismo a los estímulos estresantes (estresores). El organismo responde con mecanismos de defensa y su objetivo es mantener el equilibrio corporal y evitar daños o la muerte del organismo.

Cada persona está sujeta a situaciones estresantes de forma individual. Sin embargo, si se acumulan demasiadas situaciones estresantes, el organismo no puede hacerles frente. A menudo, es el estrés inmanejable el que conduce a la desestabilización psicológica, que puede desembocar en enfermedades psiquiátricas graves como la psicosis afectiva bipolar.

Factores genéticos

Los factores genéticos son actualmente las causas más estudiadas de los trastornos maníaco-depresivos.

Existe una cierta predisposición genética que influye mucho en la adquisición de los trastornos maníaco-depresivos.

Si al menos uno de los padres padece el trastorno, el hijo tiene entre un 15 y un 30% de probabilidades de desarrollar un trastorno maníaco-depresivo, y si dos familiares cercanos lo padecen, el riesgo llega al 75%.

En gemelos idénticos, la probabilidad de desarrollar un trastorno maníaco-depresivo es de aproximadamente el 70% para ambos niños.

Serotonina

La serotonina es una de las principales y muy importantes sustancias responsables de la neurotransmisión en el cerebro, los llamados neurotransmisores, y está implicada en la regulación de muchos procesos fisiológicos como las emociones, la cognición y la regulación de los ritmos diarios, el llamado reloj interno.

Los niveles patológicos de serotonina debidos a una predisposición genética o provocados por factores externos son la causa de los cambios de humor en los trastornos psiquiátricos.

Sin embargo, la serotonina es una molécula muy estudiada y se conoce bien su acción precisa, por lo que podría convertirse en la base de la terapia de estos trastornos. Son los receptores de serotonina los lugares de acción de los fármacos en muchas enfermedades neurológicas y psiquiátricas.

Síntomas

El paciente bipolar sufre cambios de humor muy notables, que en la fase maníaca se manifiestan por un optimismo exagerado, un sentimiento de autoimportancia, gran confianza en sí mismo, expresividad física y mental con un ritmo rápido de habla. No experimenta agotamiento a pesar de una menor necesidad de sueño.

Al mismo tiempo, es agresivo, actúa impulsivamente, sin pensar sus acciones, tiene el juicio deteriorado y la concentración reducida. Se irrita rápidamente, a menudo se comporta de forma inapropiada, toma decisiones precipitadas.

Por el contrario, cuando se deprime, experimenta una tristeza prolongada, tiene cambios marcados en el apetito y alteraciones del sueño.

Tiene periodos de llanto, es de pesimista a apático, padece sentimientos de culpa e insignificancia. Tiene dolores inexplicables y a menudo piensa en la muerte o el suicidio.

Hay varios tipos de trastornos bipolares y afines. Pueden incluir manía (o hipomanía) y depresión. Los síntomas provocan cambios impredecibles en el estado de ánimo y el comportamiento, lo que provoca una angustia considerable y dificultades en la vida.

Clasificación de los trastornos afectivos bipolares

  • El trastorno bipolar I implica la aparición de al menos un episodio maníaco, que puede ir precedido o seguido de un episodio hipomaníaco o depresivo mayor. En algunos casos, la manía puede hacer que el paciente se desvincule de la realidad, lo que se denomina psicosis, que es una afección aguda en psiquiatría.
  • El trastorno bipolar II se caracteriza por al menos un episodio depresivo mayor y al menos un episodio hipomaníaco, pero ningún episodio maníaco.
  • El trastorno ciclotímico es una afección en la que hay varios periodos consecutivos de síntomas hipomaníacos y periodos de síntomas depresivos (aunque menos graves que la depresión mayor) durante al menos dos años (o un año en niños y adolescentes).
  • Otros tipos son los trastornos bipolares y afines desencadenados por ciertas drogas o el alcohol o como consecuencia de una enfermedad, como la enfermedad de Cushing, la esclerosis múltiple o el ictus.

El trastorno bipolar II no es una forma más leve del trastorno bipolar I, sino un diagnóstico independiente.

Los episodios maníacos del trastorno bipolar I pueden ser graves y peligrosos. Sin embargo, las personas con trastorno bipolar II están deprimidas durante períodos más largos, lo que supone un mayor riesgo de autolesión.

Depresión

Todo el mundo ha sufrido una depresión de corta duración a lo largo de su vida debido al estrés, las dificultades laborales, la muerte de un ser querido, una ruptura sentimental, problemas escolares o experiencias traumáticas.

La mayoría de las veces, sin embargo, todos estos síntomas desaparecen con el tiempo y la persona recupera el bienestar mental y físico.

Sin embargo, si una persona que sufre estados depresivos no es capaz de salir de su influencia a largo plazo, puede considerarse que padece un trastorno depresivo.

La depresión clásica, sin embargo, está causada por cambios patológicos además de las influencias ambientales a las que las personas están expuestas a diario.

La depresión se clasifica en los círculos profesionales como un trastorno del estado de ánimo, aunque no sólo altera el humor de quien la padece.

La depresión envuelve a toda la persona, empezando por su cuerpo y su espíritu y terminando con un cambio absoluto de su personalidad y de su relación con las personas que le rodean.

Por ello, es fundamental identificar correcta y oportunamente los síntomas de esta grave enfermedad psiquiátrica en sus fases más tempranas y garantizar su adecuado diagnóstico y posterior tratamiento.

Los síntomas de la depresión pueden ser muy complejos y variar de un paciente a otro. Para las personas deprimidas, existe una regla general de expresión de los síntomas, que incluyen sentimientos de tristeza, desesperanza y pérdida de interés por las cosas.

Los síntomas son duraderos y suelen afectar a la esfera íntima de la persona, ya sea social, familiar o laboral.

Los síntomas más comunes de la depresión clínica son

  • Estado de ánimo deprimido - Los pacientes afectados experimentan un estado de ánimo deprimido a diario o parecen deprimidos en su comportamiento ante los demás. Suelen sentir impotencia y desesperanza, que culminan en estados de angustia y llanto. Algunos tienen sentimientos de culpa y baja autoestima.
  • Cambios de peso - Los pacientes con depresión presentan aumento o disminución del apetito. Aumentan o pierden aproximadamente un 5% de su peso cada cuatro semanas. Los pacientes con depresión más leve tienden a engordar, mientras que los que padecen una depresión más grave tienden a perder peso de forma significativa.
  • Pérdida de interés por las actividades cotidianas - Los pacientes afectados pierden absolutamente el interés por las actividades y cosas que solían hacer o disfrutar con regularidad. Algunos pacientes pierden el placer por cosas que antes les producían placer.
  • Pérdida de hábitos higiénicos - En las formas graves de depresión, los pacientes afectados pierden los hábitos higiénicos básicos y descuidan su higiene.
  • Fatiga - Las personas deprimidas suelen quejarse de pérdida de energía y fatiga.
  • Alteraciones del sueño - El signo que acompaña a los trastornos depresivos suele ser el insomnio o justo lo contrario, que se caracteriza porque los pacientes deprimidos necesitan dormir demasiado.
  • Depresión o hiperactividad psicomotriz - Los pacientes deprimidos se muestran extremadamente agitados, fácilmente irritables. Otros, en cambio, son extremadamente tranquilos, lentos en el habla y en los movimientos.
  • Dificultades de concentración, memoria y pensamiento - Los pacientes deprimidos tienen notables problemas de memoria, pierden la capacidad de concentrarse o de resolver problemas racionalmente, son incapaces de tomar decisiones independientes y su visión de la vida decae cada vez más hacia tendencias negativas.
  • Sentimientos de culpa, inutilidad o impotencia - Los pacientes suelen padecer constantes sentimientos de culpa y cavilaciones sobre el pasado. Rumian los errores cometidos en el pasado y su corrección irreversible. Experimentan sentimientos de impotencia e inutilidad. El paciente pierde la capacidad de luchar consigo mismo y a menudo tiene pensamientos autodestructivos.
  • Pensamientos de muerte - Los que pierden el deseo de luchar consigo mismos suelen tener pensamientos suicidas. Cada vez piensan más en la muerte que en la redención de las dificultades que están experimentando. Algunos tienen pensamientos suicidas, otros tienen intentos. Algunos lo han planeado de antemano y actúan según un plan, otros no tienen ningún plan y actúan impulsivamente.

Diagnósticos

Una conversación guiada entre el terapeuta y el paciente y sus familiares es esencial para un diagnóstico correcto del trastorno bipolar.

Mediante preguntas detalladas y predeterminadas, el terapeuta distingue qué trastorno psicológico presenta el paciente y en qué fase se encuentra actualmente.

Una evaluación psiquiátrica de este tipo implica, además de hablar sobre pensamientos, sentimientos y patrones de conducta, la cumplimentación de una autoevaluación psicológica o cuestionario.

El llamado mapa de estados de ánimo es un método en el que el paciente lleva un registro diario de sus estados de ánimo, patrones de sueño u otros factores que podrían ayudar a realizar un diagnóstico y encontrar el tratamiento adecuado.

Sin embargo, sólo el veinte por ciento de los pacientes con trastorno bipolar que presentan un episodio depresivo son diagnosticados de trastorno bipolar en el primer año de tratamiento.

Esto se debe a que la fase maníaca del trastorno puede retrasarse. A veces no es reconocida en el momento del diagnóstico por el paciente o sus allegados, que proporcionan al médico información adicional y más objetiva sobre el comportamiento del paciente en la vida cotidiana.

Además, existe un desfase de hasta 5-10 años entre la aparición de los primeros síntomas de la enfermedad y el diagnóstico de la misma.

Para evaluar objetivamente el trastorno bipolar se utilizan los llamados criterios diagnósticos.

El psiquiatra compara los síntomas del paciente con los criterios para los trastornos bipolares y afines del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5) publicado por la Asociación Americana de Psiquiatría.

El examen de marcadores neurofisiológicos como riesgo genético de depresión bipolar es ahora posible mediante técnicas de neuroimagen.

La neuroimagen es una nueva técnica médica que utiliza diversos métodos para obtener imágenes directas o indirectas de la estructura y la función cerebrales.

Los diagnósticos diferenciales más comunes que es importante distinguir son otros diagnósticos psiquiátricos como la esquizofrenia, los trastornos de ansiedad, el abuso de sustancias y el trastorno de la personalidad (psicopatía).

Diagnóstico en niños

El diagnóstico de los niños y adolescentes con trastorno bipolar implica los mismos criterios utilizados para los adultos. Sin embargo, los síntomas de los niños y adolescentes a menudo tienen patrones diferentes y pueden no encajar claramente en las categorías de diagnóstico.

En los niños, el trastorno bipolar puede confundirse con el trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH) y el trastorno negativista desafiante.

A veces, sin embargo, estas enfermedades se combinan, en cuyo caso el diagnóstico es mucho más difícil.

Curso

El trastorno afectivo bipolar es una enfermedad que acompaña a la persona durante toda su vida, por lo que los periodos de manía y depresión también se producen cíclicamente a lo largo de la vida.

Entre estos episodios de cambios de humor extremos, la mayoría de los pacientes son asintomáticos. Un pequeño porcentaje de individuos presenta síntomas crónicos, independientemente de la eficacia del tratamiento.

Si el trastorno bipolar se diagnostica precozmente y se trata correctamente y a largo plazo, los pacientes tienen la oportunidad de llevar una vida productiva.

Sin embargo, sin tratamiento, los síntomas empeoran gradualmente y se vuelven incontrolables. Los pacientes suelen caer en el abuso de sustancias o recurrir a la autolesión con pensamientos e intentos suicidas.

Cómo se trata: Psicosis maníaco-depresiva - trastorno afectivo bipolar

Tratamiento del trastorno afectivo bipolar: medicación y psicoterapia

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