¿Cómo se trata la meningitis, la meningitis? Medicamentos, antibióticos

El primer paso terapéutico es controlar el shock y la hipotensión sistémica, que amenazan inmediatamente la vida del paciente, por lo que se administran infusiones intravenosas de cristaloides.

La provisión de un acceso venoso central y de una vía aérea oxigenada es un procedimiento que salva la vida en pacientes con alteraciones de la consciencia.

El inicio precoz de la terapia antibiótica es la piedra angular del tratamiento de la meningitis purulenta.

La primera dosis de antibióticos de amplio espectro es empírica, lo que significa que, incluso sin conocer el agente causal, administramos antibióticos según el cuadro clínico y las suposiciones del terapeuta.

El inicio de este tratamiento debe ser muy rápido, normalmente en los 30 minutos siguientes al ingreso en el hospital.

Por lo tanto, no hay tiempo ni espacio para largos exámenes.

Si los síntomas sugieren una meningitis purulenta, se administra un tratamiento antibiótico independientemente del agente causal.

Las cefalosporinas de tercera generación se utilizan en adultos no inmunodeficientes y en niños a partir de los 3 meses de edad. Son muy sensibles a los neumococos, incluso sin combinación con vancomicina o rifampicina.

En caso de alergia a las cefalosporinas, se opta por el cloranfenicol. Con precaución, también puede elegirse el antibiótico meropenem.

En los lactantes de hasta 3 meses de edad, el tratamiento se refuerza con ampicilina. A esta edad, existe un alto riesgo de que el agente causante de la meningitis purulenta sea Listeria monocytogenes.

Esta combinación (cefalosporinas de tercera generación y ampicilina) también se utiliza en pacientes mayores de 50 años y en personas con inmunodeficiencia, por ejemplo diabetes, cirrosis hepática o dependencia del alcohol.

El tratamiento antibiótico se ajusta tras la evaluación del examen microbiológico y la identificación del agente infeccioso.

Por ejemplo, si se trata de una meningitis neumocócica o meningocócica, se administra penicilina G.
Si se trata de una infección por listeria, se combina ampicilina con aminoglucósidos.

Una complicación frecuente son los antecedentes de alergia a la ampicilina. Entonces entran en consideración el meropenem, la vancomicina, el linezolid o el cotrimoxazol.

Un grupo especial lo constituyen las meningitis nosocomiales.

Se trata de infecciones causadas por bacterias que viven en el entorno hospitalario y se transmiten a través de las manos del personal. Las infecciones nosocomiales del sistema nervioso central son muy frecuentes en pacientes tras operaciones neuroquirúrgicas, cuando sigue siendo necesaria una larga estancia en el hospital.

Como estas bacterias ya están acostumbradas al entorno hospitalario saturado de antibióticos, muchos antibióticos comunes pierden su eficacia. Estas bacterias se denominan multirresistentes y su tratamiento es terapéuticamente muy difícil.

Para este tipo de bacterias, existen antibióticos que están protegidos y cuyo uso se limita únicamente a este caso. Uno de estos antibióticos es el meropenem.

En pacientes con inmunodeficiencia, existe un alto riesgo de meningitis con infección fúngica. En este caso, se aplican antifúngicos, concretamente fluconazol. Con infección criptocócica, se opta por anfotericina B.

La duración del tratamiento depende del tipo de organismo causante. Para los meningococos, los haemophilus y los neumococos, el tratamiento intravenoso dura de 7 a 10 días. Para la infección estafilocócica, es de 14 días. Si se detecta Listeria monocytogenes como organismo causante, el tratamiento se prolonga hasta 21 días.

Si el tratamiento antibiótico no tiene éxito, se recurre a la intervención neuroquirúrgica -drenaje-. Esta situación se da en la meningitis estafilocócica, que puede ser una complicación de una derivación establecida en los conductos del licor.

Tratamiento de apoyo de la meningitis purulenta

A pesar del inicio precoz del tratamiento antibiótico, el estado clínico del paciente puede seguir deteriorándose. Un cuadro clínico aparentemente anodino puede ir acompañado de alteraciones de la conciencia, convulsiones, parálisis, sepsis y shock séptico incluso durante el tratamiento.

Por lo tanto, todo paciente con meningitis purulenta debe ser ingresado en una cama monitorizada de una unidad de cuidados intensivos durante varios días.

En dicha cama, además del tratamiento antibiótico, se administra al paciente corticoterapia (administración de corticosteroides para controlar el edema cerebral), tratamiento preventivo para las convulsiones (benzodiacepinas y antiepilépticos) y tratamiento antichoque con infusiones de cristaloides. Entre otras cosas, se administra terapia analgésica y antipirética para las fiebres altas.

Si la alteración de la conciencia se agrava y aparece la inconsciencia o incluso el coma, el paciente debe ser sometido a ventilación pulmonar artificial.

La progresión de los síntomas neurológicos depende del manejo del aumento de la presión intracraneal, que reduce el flujo sanguíneo al cerebro (perfusión cerebral). Inicialmente, se consigue una perfusión adecuada colocando al paciente en la posición correcta, elevando la cabeza entre 15 y 30 grados por encima del resto del cuerpo.

En los pacientes que no tienen una circulación estable, se utiliza una infusión de furosemida y manitol para garantizar el drenaje y la eliminación del exceso de líquido del organismo.

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