Meningitis: ¿por qué se produce y cuáles son sus síntomas?

Meningitis: ¿por qué se produce y cuáles son sus síntomas?
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La meningitis es una de las neuroinfecciones. Afecta al cerebro, las meninges, posiblemente la médula espinal y los nervios periféricos. La gravedad de la enfermedad varía desde asintomática hasta potencialmente mortal.

Características

La meningitis es una neuroinfección que puede ser aguda, subaguda o, con menor frecuencia, crónica. Afecta al cerebro, las meninges, posiblemente la médula espinal y los nervios periféricos.

La gravedad de la enfermedad y el cuadro clínico varían. La enfermedad puede ser asintomática (especialmente en la meningitis aséptica) o potencialmente mortal con un cuadro clínico dramático y rápidamente progresivo.

La meningitis supurativa es una enfermedad grave del sistema nervioso central que cursa con inflamación difusa, ocasionalmente con la formación de una inflamación circunscrita, es decir, un absceso cerebral.

La meningitis supurativa aguda afecta a la piamadre (la cubierta blanda del cerebro), la aracnoides (la cubierta del cerebro llamada aracnoides, un espacio incruento con tejido reticular) y el líquido cefalorraquídeo (licor).

Al tratarse de un grupo más amplio de enfermedades, las dividimos en función de diversas variables:

  • el agente bacteriano
  • la edad del paciente
  • el mecanismo de origen
  • y por los factores predisponentes y de riesgo

Las bacterias más comunes que causan meningitis son:

  • Neisseria meningitidis - meningococo
  • Streptococcus pneumoniae - estreptococo
  • Haemophillus influenzae tipo B
  • Listeria monocytogenes
  • Streptococcus agalactiae
  • Estafilococo
  • Escherichia coli - E. coli

El grupo más numeroso de pacientes son los niños, con predominio de los recién nacidos y los menores de 3 meses.

Si el niño afectado se encuentra entre 5 y 7 días después del nacimiento, la meningitis se denomina meningitis precoz. En este caso, la fuente de infección sigue siendo la madre, ya que la infección procede de su tracto urogenital, vagina o tracto gastrointestinal.

La meningitis neonatal tardía, desde el séptimo día hasta el tercer mes después del nacimiento, está causada por la transmisión de la infección del entorno al bebé. La transmisión más frecuente se produce a través de las manos del personal de enfermería del hospital.

Además de la edad neonatal, otros factores de riesgo son la edad avanzada de más de 65 años, las derivaciones en los conductos del licor (tubos para drenar el licor), las afecciones tras un traumatismo craneoencefálico abierto o las enfermedades en las que la inmunidad está crónicamente disminuida, como el VIH y el SIDA.

Causas

Al tratarse de una enfermedad infecciosa, la infección se transmite por contacto con una persona infectada o por penetración desde otro foco de inflamación.

El riesgo de infección surge del contacto prolongado con una persona infectada en espacios cerrados, el uso de un baño compartido, fumar un cigarrillo compartido, besarse, beber del mismo vaso, el aumento del esfuerzo físico y el agotamiento, la malnutrición y la predisposición genética.

Según la causa y el mecanismo de aparición, la meningitis supurativa se divide en dos tipos: meningitis primaria y meningitis secundaria.

En la meningitis primaria, las bacterias entran en el sistema nervioso central a través de la sangre, es decir, por diseminación hematógena, y penetran en los pequeños vasos del plexo coroideo o en los vasos del espacio subaracnoideo.

El plexo coroideo son las diminutas estructuras vasculares del cerebro que producen líquido cefalorraquídeo. El espacio subaracnoideo es la zona situada bajo la aracnoides donde se encuentran los vasos sanguíneos que nutren el cerebro.

Los primeros síntomas de la meningitis primaria aparecen de repente y son dramáticos. Los agentes causantes más comunes son Neisseria meningitidis, E. coli y Streptococcus pneumoniae.

La meningitis secundaria se produce con otra enfermedad supurativa en curso.

Surge de la penetración de bacterias de este foco primario en el sistema nervioso central. Dicho foco primario y fuente de infección puede ser una otitis media, una sinusitis, una mastoiditis o una inflamación supurativa de los huesos (osteomielitis), por ejemplo, del cráneo y las vértebras.

Las bacterias que causan este tipo de meningitis suelen ser Streptococcus pneumoniae (estreptococo) o Staphylococcus aureus (estafilococo dorado).

Todos estos tipos de bacterias causantes de meningitis contienen componentes específicos en su pared celular que desencadenan una cascada de procesos inflamatorios en el organismo. El resultado es una mayor permeabilidad de la barrera hematoencefálica, que forma una barrera a prueba de balas entre el cerebro y el resto del cuerpo.

Esto protege al cerebro de infecciones, fármacos, toxinas y otras sustancias.

Síntomas

Los signos clínicos iniciales de la meningitis purulenta son más o menos inespecíficos y se encuentran en muchas otras enfermedades.

En niños y adultos, los siguientes síntomas iniciales son típicos:

  • fiebre
  • escalofríos
  • dolor de cabeza
  • malestar
  • vómitos
  • rigidez de nuca

La primera sospecha de que pueda tratarse de una neuroinfección sólo surge en caso de fenómenos meníngeos positivos.

Los llamados fenómenos meníngeos son un conjunto de síntomas que surgen cuando las meninges se irritan por un proceso patológico, como una inflamación o incluso una hemorragia o un tumor.

Las raíces nerviosas (marañas de nervios que conducen a las extremidades) atraviesan las meninges y se irritan. Cuando se estiran, provocan dolor y rigidez que limitan el movimiento del paciente.

Un paciente con meningismo positivo no puede inclinar profundamente la cabeza, levantar una extremidad inferior hacia el pecho o sentarse desde el suelo sin ayuda de los brazos.

Otro síntoma sospechoso es la aparición de petequias, o manchas de color rosa a rojo violáceo en la piel que se deben a hemorragias de pequeños vasos sanguíneos.

El cuadro clínico evoluciona rápidamente en las 24 horas siguientes.

Pueden aparecer crisis epilépticas, diversos grados de alteración de la conciencia que van desde cambios de comportamiento hasta el coma, y signos neurológicos focales como parálisis de las extremidades, hiperventilación (respiración rápida y profunda) y bradicardia (disminución de la frecuencia cardiaca por debajo de 50 latidos por minuto).

Poco a poco, se desarrolla una combinación de meningitis purulenta y sepsis.

La circulación sanguínea se centraliza. La mayor parte del volumen sanguíneo se concentra en los órganos vitales, el corazón y el cerebro, reduciendo la presión en la periferia.

Las partes acrales frías y azuladas del cuerpo, los dedos, las palmas de las manos y los pies son un signo de insuficiencia de riego sanguíneo en todo el cuerpo. Tampoco hay sangre en otros órganos, como los riñones, que pueden estar fallando.

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Los lactantes pueden presentar un cuadro clínico diferente.

En ellos es típico

  • Inquietud
  • Asco
  • temperatura corporal reducida
  • disminución de la ingesta de líquidos
  • fontanela abultada y palpitante
  • desinterés
  • somnolencia
  • disminución del tono muscular (el bebé parece un muñeco de trapo)

Diagnósticos

Cuando se sospecha inicialmente una neuroinfección, el primer paso diagnóstico es realizar una punción lumbar y recoger líquido cefalorraquídeo para analizarlo y examinarlo en el laboratorio.

Antes de realizar una punción lumbar, es necesario realizar un examen ocular de fondo. En el edema cerebral avanzado, el examen ocular revelará edema (hinchazón) de la papila del nervio óptico. La hinchazón alertará al paciente de que puede producirse una complicación grave durante la punción lumbar.

Cuando se extrae líquido, se produce una caída repentina de la presión intracraneal y el desarrollo de un cono occipital, es decir, el desplazamiento de parte del cerebelo a través del orificio craneal inferior.

Esta complicación es potencialmente mortal.

Incluso cuando se recoge el propio líquido cefalorraquídeo, se aprecian ciertos cambios a simple vista. El líquido es similar al agua en una persona sana, es transparente, incoloro y drena con relativa rapidez porque es poco espeso.

En la meningitis purulenta, el líquido es de blanquecino a amarillento, y excepcionalmente puede ser verde. Rezuma a gran presión, es espeso y puede oler.

En el examen de laboratorio del licor, encontramos un aumento de 1 000 a 10 000 veces en el número de células con hiperproteinorraquia (aumento del contenido de proteínas) y, al mismo tiempo, un nivel reducido de glucosa en el licor (un signo de la presencia de bacterias que consumen glucosa).

El licor puede teñirse con un colorante diagnóstico específico y el frotis puede examinarse al microscopio, en cuyo portaobjetos podemos ver el agente causante de la infección.

Otro examen del licor es el cultivo microbiológico. Sin embargo, éste es largo y se utiliza para confirmar el diagnóstico más que para un diagnóstico rápido agudo antes del tratamiento.

Examen microbiológico - cultivo - colonias bacterianas
Colonias de bacterias - durante el examen microbiológico. Fuente: Getty Images

El paciente también se somete a investigaciones exhaustivas como hemograma, hemocultivo (extracción de sangre para diagnóstico microbiológico) y análisis bioquímicos de sangre para comprobar la glucosa en sangre, las enzimas hepáticas o los parámetros renales.

También se realizan radiografías de pulmón, sedimentación, examen bioquímico y cultivo de orina.

En pacientes con meningitis neumocócica y hemofílica, también se recomienda una tomografía computarizada de la cabeza y un examen ORL para excluir la sinusitis crónica como causa de la meningitis secundaria.

Si el agente causal identificado es un estafilococo, un examen ecocardiográfico del corazón (ECO) debe ser una investigación esencial. De hecho, el origen de los estafilococos puede ser una endocarditis no tratada - inflamación de la pared interna del corazón y las válvulas.

Una resonancia magnética de la columna vertebral mostrará si la afectación primaria se debe a una inflamación de las vértebras y los discos intervertebrales, denominada espondilodiscitis.

Un síntoma peligroso es la otolicvorea o rinolicvorea, es decir, la secreción de líquido por el oído o la nariz. La causa es un daño en la integridad de la duramadre (la cubierta dura del cerebro), por ejemplo, por un traumatismo o en el postoperatorio.

Una duramadre permeable permite el paso de líquido y también abre el camino para que las bacterias entren en el cerebro. Una prueba específica es la determinación de la denominada proteína beta-traza, que se utiliza para mostrar la presencia de líquido en el oído o la nariz y distinguirlo así de otro líquido fisiológico.

Diagnóstico diferencial

En el diagnóstico diferencial entran en consideración otras enfermedades con un cuadro clínico similar:

Curso

La mencionada alteración de la membrana hematoencefálica puede permitir la entrada de patógenos en el cerebro, donde causan inflamación, lo que conduce a la hinchazón del cerebro -edema cerebral-. Las bacterias también penetran en el líquido cefalorraquídeo (licor) y se extienden por todo el órgano.

A medida que las bacterias se propagan por los conductos del líquido cefalorraquídeo, éstos se obstruyen.

La obstrucción de los conductos del licor hace imposible que éste drene, lo que provoca que el licor se acumule, agrandando las cámaras cerebrales y creando lo que se denomina hidrocefalia. Dado que el cerebro no puede aumentar su volumen indefinidamente (porque está alojado en el cráneo), el cerebro hinchado y las cámaras cerebrales agrandadas empiezan a crear un aumento de la presión intracraneal.

La presión sobre importantes centros cerebrales produce los síntomas típicos de la meningitis.

Los procesos inflamatorios en la pared vascular (vasculitis y tromboflebitis) pueden causar, entre otras cosas, anemia local de parte del cerebro - isquemia cerebral.

Todos estos procesos, como el aumento de la presión intracraneal, la disminución del flujo sanguíneo a través del tejido cerebral y el lugar de la isquemia, contribuyen a la afectación cerebral isquémica difusa.

El organismo responde al aumento de la presión intracraneal mediante hipotensión sistémica, es decir, reducción de la presión sanguínea en los vasos sanguíneos de otros órganos. El suministro de sangre a otros órganos vitales, como los riñones, los intestinos, el hígado, etc., es insuficiente. El paciente entra rápidamente en shock séptico, que acaba provocándole la muerte.

La meningitis por derivación, la meningitis tuberculosa (vagabundos e inmigrantes) y la meningitis criptocócica (enfermos de SIDA, pacientes postrasplantados, pacientes inmunodeficientes) tienen un curso subagudo. La afectación pulmonar también es uno de los síntomas en estos tipos de meningitis.

La tasa de mortalidad de la meningitis hemofílica y meningocócica es de aproximadamente el 5%, y la de la meningitis neumocócica de hasta el 20%, porcentaje que aumenta con la edad y las enfermedades asociadas.

Se trata de una neuroinfección grave. Incluso tras un tratamiento satisfactorio de la enfermedad aguda, son frecuentes las secuelas permanentes.

El principio de este daño cerebral permanente puede deberse a 2 mecanismos:

  1. productos inflamatorios y bacterianos tóxicos para las células nerviosas
  2. el propio edema cerebral

Entre los síntomas neurológicos permanentes, los más frecuentes son los siguientes

  • parálisis del nervio facial
  • sordera
  • epilepsia
  • hidrocefalia (acumulación de líquido cefalorraquídeo en los ventrículos cerebrales)
  • retraso psicomotor
  • demencia
  • ceguera

Prevención

La meningitis purulenta puede prevenirse:

Vacunación

La vacunación es la forma más eficaz de prevención contra las enfermedades infecciosas.

La inmunización activa (es decir, el organismo crea activamente sus propios anticuerpos contra el agente causal) es el método más eficaz para prevenir la meningitis. La vacuna también es eficaz contra otros tipos de meningococo.

La vacunación puede administrarse desde la infancia (dependiendo del tipo de vacuna, normalmente a partir de los 2 meses de edad) y también en la edad adulta o a una edad más avanzada.

Vacunar a un niño - el médico vacuna al niño - el niño se sienta y el médico le pone una inyección en el brazo.
La vacunación es una prevención eficaz. Fuente: Getty Images

2. Medidas dietéticas

Listeria monocytogenes, el peligroso agente causal de la meningitis purulenta, se transmite a los seres humanos a partir de los animales, ya sea por contacto directo (cría de animales) o por alimentos contaminados.

Los productos cárnicos (por ejemplo, las salchichas y otros embutidos) y los productos lácteos deben calentarse al menos a 70 °C antes de su consumo y mantenerse calientes hasta su consumo.

La listeria es una de las denominadas bacterias del frigorífico.

Se llama así por su capacidad para sobrevivir a bajas temperaturas de "nevera", por lo que hay que tener cuidado al consumir incluso alimentos fríos.

Lo ideal es mantener estos productos siempre a una temperatura inferior a 5 °C.

No se recomienda mantenerlos a temperatura ambiente durante más de 2 horas.

A los grupos más sensibles, mujeres embarazadas, ancianos y pacientes inmunodeprimidos, se les aconseja no consumir productos cárnicos y alimentos enlatados que no hayan sido cocinados, ni productos lácteos y quesos no pasteurizados.

3. Examen durante el embarazo

La meningitis neonatal está causada por la transmisión de la infección de la madre al feto.

Una profilaxis eficaz consiste en examinar con frecuencia a la madre para detectar la presencia de estreptococos del grupo B. Si el resultado es positivo, es conveniente administrar tratamiento antibiótico durante el parto si se produce la infección.

4. Protección de los familiares y el personal de un paciente con meningitis purulenta

Si el agente causante de la meningitis es Neisseria meningitidis, es necesario aislar al paciente de otros enfermos y administrar un tratamiento antibiótico profiláctico a todos los parientes y familiares que hayan estado en contacto con la persona.

El personal sanitario que trata habitualmente a un paciente de este tipo no corre un riesgo inmediato. Sin embargo, si existe riesgo de contacto, por ejemplo, salpicaduras con sangre u otro fluido infectado, masaje cardíaco o respiración boca a boca, también es necesaria la profilaxis para estas personas.

Se administra tratamiento antibiótico, concretamente V-penicilina durante una semana.

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