Tratamiento del herpes zóster: ¿qué ayuda? Analgésicos y antivirales
El objetivo del tratamiento es impedir que el virus se multiplique. Para ello se administran virostáticos. Sin embargo, no destruyen el virus por completo, sino que lo suprimen y reducen la gravedad de los síntomas, la incidencia de complicaciones y la duración total del tratamiento.
Por ejemplo, aciclovir, famciclovir, amantadina.
Los opiáceos se utilizan para el dolor intenso para el que los analgésicos convencionales no funcionan.
Los corticosteroides ayudan a controlar el dolor y acortan la duración del tratamiento. Deben combinarse con un antiviral. Puede ser necesario un tratamiento posterior de la neuralgia.
Es importante tratar los propios defectos herpéticos y prevenir la infección secundaria por bacterias. La herida debe estar limpia y cubierta. Se utilizan diversas pomadas, cremas, geles o emplastos, que tienen efecto sobre el control del dolor, la cicatrización y también como antiséptico local.
Se aconseja aumentar la ingesta de vitaminas o la enzimoterapia y los preparados inmunomoduladores.
En el tratamiento a largo plazo también se utilizan antidepresivos tricíclicos, que alivian la neuralgia o la depresión a largo plazo. En función de la aparición de complicaciones, se opta por un tratamiento especial.

Vacunación contra el herpes zóster
La vacunación existe desde hace mucho tiempo. Ayuda a reducir la incidencia de la enfermedad o la tasa de secuelas y complicaciones, como la neuralgia postherpética.
Se utiliza una vacuna segura, viva y atenuada. Se recomienda sobre todo a las personas mayores de 50 años.
